Proyecto Aloum
CAPÍTULO 02 - ADIÓS, MI QUERIDA TIERRA
El 2 de abril del año 3052 la nave espacial Aloum 01 encendió motores y puso rumbo a la galaxia Andrómeda. A bordo, 1623 colonos y 63 tripulantes dispuestos a realizar un viaje espacial de 532 años hasta llegar a un sistema solar en el que se han detectado tres planetas con condiciones de habitabilidad parecidas a la Tierra.
Sistema Micana
Así se llamó al sistema solar localizado en el año 2859. En él se descubrieron tres planetas azules de un tamaño similar a la Tierra y con posible atmósfera respirable. Nadie esperaba que los tres pudieran albergar vida vegetal y animal, pero existían grandes esperanzas en que uno de ellos fuera un nuevo hogar para la raza humana. Unas ondas de radio recogidas por las potentes antenas de una estación espacial situada cerca de Júpiter, parecen indicar que en el mundo más alejado puede existir algún tipo de vida inteligente.
Fue un cúmulo de circunstancias extraordinarias las que me empujaron a embarcarme como tripulante de primer nivel en el Aloum 01.
Primero conocí a Lara, mi alma gemela y verdadero soporte vital.
Después de un largo romance formalizamos nuestra relación y comenzamos a vivir juntos.
A los dos días de compartir la misma casa, me reveló un secreto que me dejó trastornado: colaboraba en la recaudación de fondos para la organización ALOUM a la que ella —me confesó con aire inocente— pertenecía desde hacía una década. La sorpresa que me produjo ese pequeño "detalle" no fue nada en comparación con lo que vino después.
Me contó, con una tranquilidad pasmosa, que le habían ofrecido una plaza a bordo del Aloum 01, siempre y cuando llevara consigo a una pareja dispuesta a procrear y embarcarse en una aventura sin retorno. Durante los días siguientes creí volverme loco.
Una semana antes, había dejado mi trabajo alentado por ella. En realidad, no tuvo que influirme mucho porque ya no me entusiasmaba lo que hacía, por el poco estimulo que me ofrecían mis superiores, y porque no me permitían realizar mis proyectos como yo deseaba.
Mis jefes se tomaron mi renuncia muy mal, pues la consideraron como una deserción. Yo era un ingeniero especializado en robótica con cierto prestigio por mis ideas ingeniosas, y desprenderse de mí representaba para ellos un agujero imposible de tapar. Por supuesto, no lo reconocieron, y aunque me ofrecieron toda clase de prebendas, los dejé con la palabra en la boca.
Fue a raíz de aquello cuando comencé a sufrir una especie de acoso por parte de las autoridades que vieron en mi a una especie de ente conflictivo. Al no tener trabajo, me ofrecieron contribuir con mi esfuerzo físico a una actividad comunal. En esta época en la que las máquinas realizan la mayor parte del trabajo, los humanos nos dedicamos principalmente a cultivar el cuerpo y el espíritu.
No tuve más remedio que embarcarme en el proyecto ALOUM. No ya por el tremendo amor que sentía hacia Lara, sino por terminar de comprender que no existía nada en la Tierra que me retuviera en ella. Vivir y acabar mis días en una nave espacial, rodeado siempre de la misma gente, y sin posibilidad de huir, no me entusiasmaba. Pero quedarme solo sin trabajo, amigos y amor tampoco representaba la vida que deseaba para mí.
Firmé el contrato un viernes, y me vi viajando hacia los astilleros espaciales al lunes siguiente. Un experto en robótica con mis características constituía para ellos una joya a la que se debía exprimir al máximo. Trabajé muy duro únicamente centrado en revisar sistemas automáticos. También me dediqué a instalar autómatas destinados a facilitar el viaje durante años sin requerir intervención humana. Pronto entendí que todavía quedaba mucho por hacer y que el proyecto se retrasaría un par de años.