En un nuevo recorrido, el viajero sale de Madrid rumbo a Burgos. Es ya casi junio y aunque hace algo de calor, le aguarda un espléndido día muy apropiado para visitar un nuevo enclave de España. Toma la autovía, pero ya algo cansado del tráfico improvisa, y decide salirse a la altura de Aranda de Duero.
Villa romana de Santa Cruz
Se pierde por unas carreteras comarcales, lo que es una gozada después del barullo de la autovía, y después de "navegar" entre eternos campos de cereal -que en esta época se muestran muy verdes-, llega a un centro de interpretación situado en la localidad de Baños de Valdearados.
Detalle de mosaico
Detalle de habitación de la villa
Una amable guía le relata lo que se conoce de la historia de la villa romana, y le describe los mosaicos que fueron encontrados por un agricultor del pueblo cuando casualmente labraba sus tierras.
Baños de Valdearados desde la Ermita que preside el pueblo
Después se concede un paseo por el pueblo. Así aprovecha para estirar las piernas y comienza a sumergirse en el ambiente castellano.
Preside el pueblo una robusta iglesia que recuerda a un viejo castillo. Seguramente ese fue su origen.
Durante el paseo, el viajero admira las casas de piedra recién restauradas que dan un toque rústico y elegante a los rincones.
Curiosos montículos emergen de las entrañas de la tierra. Son los respiraderos de las bodegas, pero alguien podría pensar que son construcciones mágicas.
El viajero se topa, durante su paseo, con casas bien reconstruidas, lo que da cierto encanto al pueblo.
El gusto por ese toque medieval de las fachadas te transporta a otra época.
De nuevo en el coche vuelve a contemplar los campos de cereal, un lujo exquisito para la vista. Representan en esta época un auténtico mar verde ocasionalmente salpicado de árboles.
Una lejana tormenta regala un arcoíris que destaca en el nublado cielo.
Al llegar a Careluega queda sorprendido de la joya que halla en un su interior. En seguida averigua que es el lugar de nacimiento de Santo Domingo de Guzmán y precisamente por ello se levanta un impresionante monasterio que bien merece la visita.
Real Monasterio de Santo Domingo de Caleruega habitado por monjas dominicas. Es posible su visita, pero recomiendo consultar horarios.
Careluega es pequeño y se recorre en un suspiro. Sin embargo, es muy agradable entretenerse en sus rincones para saborear su historia.
El viajero se toma una tapa y un refresco en una de las terrazas de la plaza del pueblo y continúa camino por las tierras del Cid.
Le siguen llamando la atención la construcción en buena piedra de algunas casas.
En cada pueblo de la zona, una iglesia románica, cada una con su identidad propia
Lavaderos de aguas limpias y frescas que encierran en sus paredes miles de conversaciones pasadas
Existen rincones que aún conservan el toque de la España antigua y pobre, con las casas de las familias humildes, aquellas que debieron abundar.
Por el camino encuentra una verdadera joya de la aventura. El desfiladero de la Yecla, en el que se levanta una moderna construcción de pasarelas que te interna entre sus montañas, por encima del río.
Un túnel excavado en la dura roca avisa del comienzo del desfiladero de la Yecla.
La pasarela es muy cómoda y, con una suave pendiente, te conduce entre muros verticales.
El río discurre cantarín y su dulce melodía te acompaña durante todo el trayecto.
Ya de noche, el viajero decide hacer noche en Burgos ciudad, pues es en las grandes urbes donde encuentra verdaderos chollos de alojamiento. Antes de llegar, se detiene en un último pueblo y saca su teléfono móvil, herramienta imprescindible en sus aventuras. En menos de quince minutos encuentra y selecciona un hotel de tres estrellas con muy buena pinta.
Burgos ciudad es catedral, conventos y monasterios. Paseo por las riveras frescas del río Arlanzón, y tapa de morcilla en una terraza.
Burgos es historia de Castilla, impulsor de la de España, apoyo de la aventura de las Américas y mecha de un gran idioma.
Su catedral es un tesoro que impresiona al insignificante hombre que no puede evitar preguntarse cómo se pudo construir semejante obra con aquellos medios.
El Arlanzón, que discurre por en medio dela ciudad proporciona frescor y hermosura a sus monumentos de piedra.
Concluye el fin de semana por estas tierras con una visita cultural a sus conventos y palacios. Es mejor hacerla de la mano de un guía oficial. Los hay muy buenos, capaces de transportarte con sus relatos a la época medieval, y así hacerte revivir las historias de sus moradores.